«Todos los modelos climáticos actuales sugieren que en el año 2085 se vivirá en un planeta que no tenga hielo en el Polo Norte porque la tendencia nos lleva a que desaparezca». Así lo aseguraba el biólogo David R. Vieties, del Departamento de Biogeografía y Cambio Global en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) durante la presentación del último número de la revista ‘Quercus’. Este mes, junto con Salvador Herrando, publican una investigación sobre los osos polares que alerta sobre el impacto que tendría su desaparición en el resto de la fauna polar.
Vieties destacó el peligro que supone que en noviembre del año pasado se haya detectado por primera vez la desaparición del hielo blanco, color que adquiere cuando tiene más de 10 años (frente al hielo azul, que es el más reciente). «Son muchas las especies que dependen de ese hielo antiguo y permanente. Entre ellas, los osos polares, pero también las focas del Ártico o las aves marinas. Si los osos no tienen banquisa (mar helado) sobre la que cazar focas, se van a comer a los acantilados, donde las aves ponen sus huevos. Un oso hace que el 100% de los huevos desaparezcan, dañando las poblaciones de aves, pero ni así evita su desnutrición», señalaba el científico. «De seguir así, los 26.000 osos polares que hay en todo el Ártico están condenados a desaparecer».
Recientemente, el biólogo Eric Regehr, del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos en Anchorage (Alaska) publicó un trabajo sobre los osos polares que establece la relación directa entre la reducción del hielo marino y de sus poblaciones. «Los datos sugieren que hay una alta probabilidad de que la población mundial de osos polares se reduzca más de un tercio en 35 a 40 años «, aseguraba Regehr al canal de noticias de Alaska, Ktoo News.
Afortunadamenta, no todo son malas noticias. Regehr afirma que de las 19 subpoblaciones de osos polares, algunas son estables e incluso aumentan. Es el caso de la que hay en el Mar de Chukchi, situado entre Alaska Occidental y Rusia. «Las aguas son superficiales, ricas en nutrientes, y hay muchas focas que pueden cazar. Pese a que en el Chukchi se ha perdido mucha banquisa, de momento los osos no están mal», explica el biólogo. Otra cosa son sus vecino del este, la subpoblación de Beaufort del Sur, donde si están disminuyendo. «Ahí, la plataforma continental es más estrecha, una región menos productiva, y la pérdida del hielo les está afectando mucho», añade.
En todo caso, Regehr reconoce que habrá un momento en el que los osos polares del Mar de Chukchi tampoco tendrán suficientes días con banquisa para cazar las focas que necesitan para estar sanos. «No se cuándo llegará ese momento, pero ya se ve que cada año pasan un mes extra en tierra», concluye el experto.
El director del proyecto Trineo de Viento, Ramón Larramendi, que recorrió toda la costa de Alaska, incluida la zona de Anchorange, durante la expedición Circumpolar (1990-1993), ha visto cómo el mar helado ha ido desapareciendo a lo largo de los años en el Ártico: «Cuando se desprende un gran iceberg en la Antártida es noticia mundial, pero el impacto real no es tan grande como el hecho de que la banquisa sea cada año menor. El próximo verano podría ser, según algunos científicos, el primero sin hielo en el Mar Ártico. Puede que no ocurra este año o el siguiente, pero es la tendencia. Y es una mala noticia para los osos polares y para todos».
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