Descubren un mundo de bacterias bajo el hielo antártico

Descubren un mundo de bacterias bajo el hielo antártico

Las bacterias que viven en los glaciares de la Antártida son mucho más diversas que las que hay en los Pirineos y podrían ser excelentes biomarcadores del cambio climático, si se confirman los estudios de la investigadora española Laura García Descalzo, del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC). García Descalzo ha presentado este trabajo, sobre comunidades de microbios en los glaciares de las islas Shetland del Sur, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (Madrid).

La bióloga estuvo en la base antártica española Gabriel de Castilla, en la Isla Decepción (una de las del archipiélago) en la campaña de 2011-2012. Quería localizar nuevos seres vivos capaces de vivir en condiciones muy extremas en el hielo. Por ello se denominan extremófilos y, más concretamente, los adaptados al frío psicrófilos, que eran su objetivo. Para el Centro de Astrobiología, el estudio de estos microorganismos es fundamental para conocer las posibilidades de encontrar vida fuera de este planeta.

Con este fin, García Calzado recogió muestras de diferentes glaciares en esa isla y las vecinas Greenwich y Rey Jorge, así como de otros glaciares mucho más cercanos, como los Pirineos.

«Queríamos saber qué individuos encontrábamos y cómo se adaptan al frío y a los cambios de temperatura entre el verano y el invierno», explicó la bióloga a esta web.

En total, analizaron hielo recogido de 13 glaciales y se encontraron con una sorpresa: aunque las condiciones son mucho más duras para la vida en la Antártida que en la cordillera ibérica, la diversidad de especies es mucho mayor en el continente blanco, si bien hay menos individuos de cada una. Hubo algún glaciar donde secuenciaron hasta 50 especies diferentes. «Aún no conocemos la razón», reconocía a esta web tras su conferencia

Los científicos también estudiaron cómo esas bacterias se adaptan a los cambios de temperatura y comprobaron que sus metabolismos producen enzimas y moléculas que mantienen su actividad aún en condiciones de muchos grados bajo cero. Pero no llegan a congelarse, y esa es una característica que puede ser de gran utilidad para algunos productos que se utiliza en la aeronáutica. Y aún más importante: es una pista que indica que en exoplanetas muy fríos (fuera de nuestro Sistema Solar) o en lunas lejanas (como Europa) puede haber vida aún estando muy lejos de una estrella.

«Pero sobre todo», destacaba la científica,  » hemos descubierto que este tipo de bacterias pueden ser biomarcadores con los que analizar el cambio climático, aunque es algo que requerirá más estudios. No hay que olvidar que estas bacterias forman parte de una cadena trófica y que aportan componentes a su medio. Si al empeorar las condiciones de los glaciares, como ha ocurrido en los Pirineos, disminuye su biodiversidad, su pérdida podría afectar  a la composición del hielo».

Recientemente un nuevo estudio ha vuelto a confirmar que el acelerado retroceso de los glaciares en la Antártida tiene que ver con la acción humana (el exceso de emisiones de dióxido de carbono) más que con el efecto de la órbita de la Tierra. El estudio de este retroceso es uno de los proyectos de la campaña Antártica española de este año, que comenzará a finales de este mes.

Entre los asistentes al seminario se encontraba el investigador Leopoldo García Sancho, de la Universidad Complutense, que este año regresa a la Antártida para continuar sus investigaciones.

La conferencia, celebrada el viernes pasado, formó parte del Seminario Polar que organiza Andrés Barbosa, vicedirector de Investigación del Museo Nacional de Ciencias Naturales, los últimos viernes de cada mes.