El Trineo de Viento descubre una montaña en el hielo de Groenlandia   

El Trineo de Viento descubre una montaña en el hielo de Groenlandia   

-Los expedicionarios del Trineo de Viento  se encontraron un pico de unos 30 metros de altura que no figuraba en ningún mapa y ha emergido del hielo debido al deshielo generado por el cambio climático
  -La expedición SOS Arctic 2022, liderada por Ramón Larramendi, ha finalizado con éxito tras recorrer más de 1.000 kilómetros por el hielo ártico realizando experimentos científicos 
– Larramendi ha recorrido más de 21.000 kms en ambos polos con su vehículo movido con cometas

Junio 2022.- La expedición SOS ARCTIC 2022, del vehículo cero emisiones Trineo de Viento, ha finalizado una travesía polar en Groenlandia en la que han marcado un nuevo hito para la exploración española: el descubrimiento de una montaña de roca, un nunatak   (isla de roca rodeada de hielo, en inuit) de unos 30 metros de altitud sobre la capa de hielo y 2.205 metros sobre el nivel del mar. Este accidente geográfico no figura en ningún mapa disponible del interior de la isla ártica. Ha sido localizado a 25 kilómetros del límite de tierra de la isla, en medio de la inmensa llanura interior. “Fue una gran sorpresa porque esperábamos una planicie y allí estaba ese pico rocoso. El cambio climático avanza a pasos agigantados en el Ártico”, ha señalado el líder de la expedición, el explorador  Ramón Larramendi, nada más concluir la aventura.

AVENTURA ENTRE TORMENTAS DE NIEVE

La expedición SOS ARCTIC del Trineo de Viento, el vehículo polar cero emisiones diseñado por el propio Larramendi, ha recorrido durante 31 jornadas un total de 1.016 kilómetros, en la que es su 11º expedición a territorios polares, siendo la primera ocasión en la que realiza una ruta de oeste a este en Groenlandia y también la primera alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030. A bordo han viajado seis tripulantes: las líder científica Lucía Hortal (de Tres Cantos, Madrid), la ambientalista Begoña Hernández (Cartagena), el alpinista Carlos Pitarch (Castellón), responsable del material gráfico y audiovisual del proyecto, el también alpinista venezolano Marcus Tobía, el montañero y periodista Juan Manuel Sotillos (Donostia-San Sebastián) y Larramendi (Madrid).

La configuración del Trineo de Viento, en esta ocasión, ha sido la de cuatro módulos (locomotora, dos módulos carga y uno de habitabilidad, donde se hace la vida). En total, 14 metros de largo por 3,5 metros de largo que han sido capaces de mover unos 2.000 kilos de material en una expedición con objetivos de exploración, científicos y divulgativos.

La expedición SOS ARCTIC comenzó a navegar sobre la superficie helada de Groenlandia el pasado 17 de mayo y finalizó en el hielo el sábado 11 de junio, un total de 16 días en movimiento de las casi cinco semanas en el hielo en las  que el Trineo de Viento ha llegado a alcanzar una velocidad de 40 kilómetros por hora en algunos tramos, con jornadas en las que recorrieron hasta 200 kilómetros.

Durante la expedición tuvieron que soportar tormentas con rachas de viento  de más de 100 kilómetros por hora, que casi sepultaron el trineo de viento en la nieve. Según explica Ramón Larramendi, han tenido temperaturas más bajas que las que hubo en las expediciones a Groenlandia en 2016 y 2017.  “Hemos pasado mucho frío, como es, o debiera ser, lo normal en este lugar”, señala aún desde Groenlandia. «Estamos especialmente satisfechos de haber localizado un accidente geográfico como es este nunatak que no teníamos en ninguno de los mapas registrados, pero por otro lado esto significa que los hielos del Ártico se nos están derritiendo mucho más deprisa de lo que podía imaginar hace unos años y las consecuencias son graves para todo el planeta porque significa que sube el nivel de los océanos», señala. «Además, estoy muy contento de que de nuevo el Trineo de Viento esté en movimiento, tras el parón de los dos años anteriores, demostrando una vez más que es una gran alternativa, eficiente, sostenible y económica, para moverse por el interior de los territorios polares».

La partida se retrasó varios días debido a que diferentes y sucesivas tormentas complicaron que el equipo al completo, con todo el material necesario, fuera depositado en el hielo con el apoyo de un helicóptero. De hecho, durante varios días parte de los miembros de la expedición quedaron en el hielo, a la espera de que pudiera realizarse un segundo vuelo con el resto del equipo.

Una vez en marcha, los expedicionarios han avanzado durante gran parte de las jornadas haciendo turnos de pilotaje por la noche para aprovechar mejor el viento, que no siempre ha sido a favor, pero que no les ha impedido cumplir su ruta prevista. En su recorrido, lograron llegar hasta la antigua base americana Dye-3 el pasado 1 de junio, un lugar abandonado desde 1990 que fue construido como base radar por Estados Unidos en los años 50 del pasado siglo. Sus 30 metros de altura están prácticamente sepultados en la nieve y ya sólo es visible la esfera superior, por donde lograron acceder a su interior. «Es un lugar por el que no pasa nadie», asegura Larramendi.

CIENCIA EN EL ÁRTICO 

Durante la expedición SOS ARCTIC, que es un excelente ejemplo del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en la ciencia y la exploración geográfica polar, se han desarrollado actividades para dos proyectos científicos, bajo la dirección de Lucía Hortal, ambos relacionados con la existencia de microorganismos y partículas característicos ce la meseta de hielo.

Por un lado, se han recogido muestras del interior del hielo para el Centro de Astrobiología del Instituto Nacional de Técnica Aeronáutica (INTA-CSIC), donde se desarrolla un instrumento de investigación espacial, el SOLID, destinado a detectar vida en otros planetas del Sistema Solar, como Marte o las lunas heladas de Júpiter y Saturno. Con tal fin, se han realizado perforaciones en el hielo de varios metros de profundidad para  extraer muestras con partículas que traerán congeladas a los laboratorios del CAB.

Asimismo, se han recogido muestras del aire para el proyecto del grupo MicroAirPolar de la Universidad Autónoma de Madrid, cuyo objetivo es desarrollar un mapa de las poblaciones microbianas en los polos, para conocer cómo se distribuyen, qué resiliencia tienen al cambio climático y cómo eso puede afectar al resto de comunidades con las que interaccionan. Para ello se ha diseñado un colector de muestras de aire activo a lo largo del recorrido.

FOTOS Y VIDEOS:

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